“Haz que descienda tu Sabiduría, envíala desde tu trono de gloria para que esté a mi lado,
participe en mis trabajos y sepa yo lo que te es agradable”
(Sab. 9,10)
Madre Antonina Alfaro
PRIORA GENERAL DE LA CONGREGACIÓN
Madre Bertha Yanchapaxi y Consejo Provincial.
Padre Guillermo Juárez
HERMANAS CAPITULARES.
Aquí estoy, con un poco de temor porque soy humana, pero con mucha confianza en Dios, en este amado Jesús que es el que guía y conduce la barca de nuestra Congregación, y para constancia estamos entrando a vivir el trienio jubilar para celebrar los 150 AÑOS DE NUESTRA AMADA CONGREGACIÓN, esto es sólo GRACIA Y MISERICORDIA DE DIOS. Estoy con alegría porque me encuentro con Ustedes, mis Hermanas, que representan a toda la Provincia, GRACIAS por haber depositado su confianza en mi persona sin mirar un sinnúmero de limitaciones. GRACIAS POR LA GRANDEZA DE SUS CORAZONES.
Acepto esta misión, para juntas buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Es iluminador el mensaje que el Papa Benedicto XVI pronunció en la Homilía al inicio de su Pontificado: “Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad o seguir mis propias ideas sino ponerme a la escucha, junto con toda la iglesia, de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme guiar por ÉL, de manera que sea Él quien guíe a la Iglesia en este momento de nuestra historia”.
Quizá no hagamos tantas cosas, pero aunaremos esfuerzos para hacer vida lo que se nos pide en nuestras Constituciones en el número 343: Ser vínculo de comunión entre las hermanas y las casas de la provincia y entre éstas y la congregación entera. Por tanto, sueño con comunidades, como dice el papa Francisco en su carta por el año de la vida consagrada: “expertas en Comunión”, donde se viva con alegría y sencillez, demostrando que Dios es capaz de colmar nuestros corazones y hacernos felices. Comunidades en la que se siga dando el perdón, la reconciliación, la corrección fraterna, la ayuda mutua, el diálogo creativo, donde nos aceptemos como somos y nos ayudemos a crecer, comunidades en las que cuenta “la sabiduría de los mayores y con la creatividad y novedad de las jóvenes”.
Pienso en comunidades abiertas al misterio de Dios y de la humanidad, dedicando largos tiempos a la oración personal y comunitaria, abiertas a la vida eucarística con toda su riqueza Es decir, “una vida en la que se trasparenta la alegría y la belleza de vivir el Evangelio y de seguir a Cristo”. Y así recuperaremos que cada comunidad local sea como un espacio cualificado para vivir el don de la vocación y un ámbito insustituible de formación.
Una de las prioridades será la FORMACION. Como bien sabemos, “la calidad de vida de un Instituto depende de la Formación de sus miembros”. La Formación entendida como un itinerario de progresiva asimilación de los sentimientos de Cristo; que se lleva a cabo en LA FORMACION PERMANENTE”, la misma que acoge todo el arco de la vida. La formación es algo que está presente en cada segundo de nuestra jornada, en la cotidianidad de la existencia, dejándonos afectar por la misericordia, la bondad, la ternura, la mansedumbre, la caridad, la alegría de Jesús. Continuaremos con lo que han hecho nuestras Hermanas y no escatimaremos esfuerzos y recursos para la Formación.
Quisiéramos continuar animando la misión que realizamos, ¡qué maravilloso poder contar con diferentes apostolados! Lo importante es que en la parroquia, en el lugar alejado de misión, en la escuela, en el colegio, en la residencia universitaria, en el hospital, en el asilo de Ancianos, en la casa Hogar de niños, en cada grupo que compartimos, preguntarnos si tenemos la misma pasión por nuestro pueblo, si somos capaces de comprender verdaderamente sus necesidades y poder ofrecer nuestra contribución para responder a ellas, si tenemos la misma generosidad y abnegación que impulsaron a nuestros fundadores. Avancemos juntas en los proyectos misioneros de la Provincia, con esa pasión de “Predicar la Verdad y portar la Luz de Cristo.
Termino este pequeño mensaje agradeciendo una vez más a Dios, por ser el Dios de la Misericordia. Agradezco a todas las Hermanas que desde esta misión de Provinciales y Consejeras, han ido sembrando semillas en esta bella parcela dominicana; muchos frutos quizá lo recogieron, otros quedaron germinando en silencio, y quizá otras manos recogeremos y presentemos a Dios como ofrenda agradable de su entrega generosa. Dios el dador de todo bien os recompensará el “ciento por uno”. Agradezco a cada hermana por lo que es y por lo que aporta a la Provincia, a la Congregación; sin ustedes sería imposible de hablar de estos sueños en esta extensión del Reino de Dios.
Siguiendo ese maravilloso ejemplo de nuestro querido Papa Francisco, les pido recen por el nuevo Consejo, por mí, para que en esta misión seamos dóciles al Evangelio, al Magisterio de la Iglesia, a nuestra espiritualidad dominicana, al Carisma, a la realidad que viven nuestras comunidades, las hermanas y la realidad del mundo de hoy. En fin, aquí estamos para acompañarnos en este camino por lo único que hemos empeñado nuestra vida: Jesús y la humanidad, al estilo de Domingo y Madre Hedwige.
Gracias
Termino este pequeño mensaje agradeciendo una vez más a Dios, por ser el Dios de la Misericordia. Agradezco a todas las Hermanas que desde esta misión de Provinciales y Consejeras, han ido sembrando semillas en esta bella parcela dominicana; muchos frutos quizá lo recogieron, otros quedaron germinando en silencio, y quizá otras manos recogeremos y presentemos a Dios como ofrenda agradable de su entrega generosa. Dios el dador de todo bien os recompensará el “ciento por uno”. Agradezco a cada hermana por lo que es y por lo que aporta a la Provincia, a la Congregación; sin ustedes sería imposible de hablar de estos sueños en esta extensión del Reino de Dios.
Siguiendo ese maravilloso ejemplo de nuestro querido Papa Francisco, les pido recen por el nuevo Consejo, por mí, para que en esta misión seamos dóciles al Evangelio, al Magisterio de la Iglesia, a nuestra espiritualidad dominicana, al Carisma, a la realidad que viven nuestras comunidades, las hermanas y la realidad del mundo de hoy. En fin, aquí estamos para acompañarnos en este camino por lo único que hemos empeñado nuestra vida: Jesús y la humanidad, al estilo de Domingo y Madre Hedwige.
Gracias
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