lunes, 2 de enero de 2017

MENSAJE A LA COMUNIDAD EDUCATIVA EN LA INAUGURACIÓN DEL AÑO LECTIVO 2016-2017


MENSAJE A LA COMUNIDAD EDUCATIVA EN LA INAUGURACIÓN DEL AÑO LECTIVO 2016-2017

En el calendario de la historia de la vida educativa, se abren las puertas de la Casa del saber conjuntamente con las puertas del corazón para acoger a quienes son la razón de nuestro existir: las y los estudiantes. Damos gracias a Dios que nos permite inaugurar el año escolar en esta Institución de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción que  inicia en el presente año un camino jubiloso de  un trienio de preparación para celebrar en el 2019 los 150 años de vida de nuestra amada Congregación. 

QUERIDOS ESTUDIANTES.
Hoy se estrena el nuevo año escolar en un ambiente de alegría, júbilo y sorpresas. Deseo que en esta bella atmósfera resuene en su mente y corazón el mensaje que Dios les dice a cada  uno de Ustedes, y que está escrito en el libro del profeta Isaías: “Tu nombre es precioso para mí, eres valioso a mis ojos, te amo mucho y eres importante para mí”; por eso, las Hermanas, los Maestros, el personal administrativo y  de apoyo ha preparado lo mejor porque son valiosos, porque  creemos en su optimismo, en su  alegría, en ese espíritu decidido, responsable, luchador, abierto al cambio, a la innovación, es decir, que son estudiantes con un cúmulo de valores.

Hace pocos días se han clausurado los Juegos Olímpicos Rio 2016 donde muchos deportistas lucieron felices sus medallas al finalizar las competencias; de la misma manera ustedes también, queridos estudiantes, están llamados a la victoria, al triunfo, al éxito, a vencer los obstáculos, a tener fijos los ojos en las metas, a poner todo su esfuerzo, capacidad, creatividad, constancia, disciplina, perseverancia, empeño, determinación, porque su vida está hecha para cosas grandes, para volar alto, para llegar lejos, no para resultados mediocres. Si ganamos medalla de oro, de plata o de bronce al final del año lectivo, lo decide cada uno, según cómo desarrolle los talentos que Dios nos ha dado. No olviden que  una cosa es cierta: estamos llamados a vivir corriendo hacia la meta, al premio que Dios nos llama desde lo alto en Cristo Jesús (Fil 3,14) ¡el mejor premio  que jamás habíamos soñado!
Termino este mensaje para ustedes queridos estudiantes  haciendo mías las palabras del Papa Francisco dirigido a los jóvenes en el encuentro mundial de la  juventud en Cracovia, les decía:  “Jesús espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, “el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración”;  que la Palabra de Dios “se convierta en tu navegador en el camino de la vida y recuerda que la memoria de Dios no es “un disco duro” que almacena todos nuestros datos, “sino un corazón tierno de compasión” que se regocija eliminado definitivamente cualquier vestigio del mal”.
 ¡ANIMO, ¡ADELANTE! son los grandes constructores de una sociedad más justa, fraterna y solidaria siguiendo las huellas de Domingo de Guzmán y Hedwige Portalet.

QUERIDOS MAESTROS Y MAESTRAS.
Mi saludo cariñoso a quienes comparten la misión de Jesús Maestro. Por lo tanto, pongo en el corazón de Él mismo la misión que desempeñarán este año, para que las jornadas que vivirán en las aulas estén bañadas de mensajes de vida, donde la ciencia ayude a descubrir la verdad con mayúscula que es Dios y así su talla de educadores dominicos dejen huellas imborrables en el corazón de lo más puro y preciado como son la niñez y juventud.
Estoy segura que van a desempeñar su misión de educadores con vocación dominicana, que su trabajo estará garantizado por la innovación tecnológica, por la eficacia en el manejo de las destrezas en el proceso de enseñanza-aprendizaje y sobre todo por la aplicación de la pedagogía del amor y de la misericordia, solo personas con mística como ustedes lo puede realizar.  Sueño  también con la calidad de maestros que cultivan los lazos de fraternidad, de compañerismo entre colegas, con quienes transcurren sus jornadas diarias, y estrechando estos lazos de unidad y amor serán testimonio creíble en la comunidad educativa.
Les invito a renovar la pasión por su vocación de ser Maestro, es una misión bella, delicada,  un trabajo preciso porque nos permite ver crecer cada día a las personas que se nos han sido confiadas, de allí que es una vocación sagrada, un espacio donde se nos permite como dijo el Papa Francisco a un grupo de educadores, “ser un poco como madres y padres, al menos espiritualmente”.  
Queridas Maestras y Maestros su calidad educativa se verá reflejada cuando den atención especial a los estudiantes que requieran de atención diferenciada, lo que implica un trato individual, una alta calidad humana y un inclinarse de rodillas ante el Maestro de los Maestros, solamente cuando se sientan amados y acogidos con sus limitaciones y sus potencialidades podremos esperar los altos niveles de rendimiento y la cosecha será abundante”, en síntesis abraza tu misión educativa siguiendo las huellas de Santo Domingo y la pedagogía de luz  de Madre Hedwige Portalet.

QUERIDOS PADRES  DE FAMILIA
Padre y madre son, por naturaleza, los primeros e irrenunciables educadores de sus hijos, “el arte de las artes”  como ha sido llamada la  educación de los Padres.

Gracias Señores Padres de Familia por confiar la educación de sus hijas e hijos a esta Institución dominicana, que cada día están tratando de ser y hacer lo mejor en los diferentes ámbitos para que tengan una educación de calidad y calidez y al final se logre el perfil del estudiante justo, innovador, solidario, y como institución católica sean buenos cristianos al ejemplo de Santo Domingo y Madre Hedwige. Sin olvidar que Ustedes como padres son la base  fundamental para el crecimiento y desarrollo  armónico de sus hijas e hijos.
Las y los estudiantes llegan felices a las puertas de la Institución cuando en su hogar se respira un ambiente de armonía, de paz, de comprensión, en suma donde vivan las características del amor verdadero que San Pablo lo describe tan bellamente en su carta a los Corintios capítulo  13: “ el que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable, el que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie, no es orgulloso, no es grosero, ni egoísta, no se enoja por cualquier cosa, no se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. El que ama es capaz de soportar todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, solo el AMOR vive para siempre”.
He aquí una motivación para hacer de las familias o de las personas encargadas del cuidado de los hijos escuelas del amor. Por eso, nunca nos cansaremos de decirles que amen de verdad a su hijos; el fin de esa educación es que los hijos, a su vez, vayan aprendiendo a querer, a amar a los demás,  al respecto define Tomás Melendo, catedrático de Filosofía en la Universidad de Málaga: “Educar es amar, y amar es enseñar a amar”.
El mismo catedrático  nos recuerda que la primera cosa que los padres necesitan para educar es un verdadero y cabal amor a sus hijos. De hecho, será el amor el que enseñe a los padres a descubrir el momento más adecuado para hablar y callar con los hijos,  el tiempo de interesarse por sus problemas y el de respetar sus necesidad de estar a solas, las ocasiones en que conviene soltar un poco la cuerda frente a aquellos otros momentos que deben intervenir con decisión y con firmeza.
Concluyo mi mensaje Señores padres de Familia,  con el mensaje del apóstol Pedro: “Si los padres son como el fundamento de la casa, los hijos son como las “piedras vivas” de la familia.
 GRACIAS INFINITAS A TODOS LOS COLABORADORES DE ESTA DISTINGUIDA INSTITUCIÓN.
 GRACIAS POR SU DILECTA ATENCIÓN A ESTE MENSAJE QUE BROTA DEL CORAZON  DE UNA HERMANA QUE DESEA LO MEJOR PARA LA COMUNIDAD EDUCATIVA 

SOR. YOLANDA CARAGUAY

PRIORA PROVINCIAL.

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